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DON BOSCO Y LOS SALESIANOS

Fundador


San Juan Bosco:
Don Bosco nació en I Becchi (pequeña aldea campesina situada cerca de Turín, al norte de Italia) el 16 de agosto de 1815. Vivió una infancia en pobreza y solidaridad. A los nueve años intuyó en un sueño que su vida estaría dedicada a la educación de los jóvenes pobres y abandonados cuando apenas contaba con diez años entretenía a otros compañeros con juegos, narraciones, números de prestidigitación, malabarismos... y una sencilla instrucción religiosa.

Trabajó en diversos oficios para pagarse sus estudios. Ordenado sacerdote en 1841, comienza a ayudar a los jóvenes más pobres que llegaban a Turín a buscar trabajo en plena revolución industrial.

La primera iniciativa fue el Oratorio, un prado o un patio amplio en el que los jóvenes pueden correr y expansionarse. Luego vendrán las escuelas nocturnas, los talleres profesionales para aprendices, una catequesis adaptada a los muchachos, los primeros contratos de trabajo, la imprenta... Con todos estos medios Don Bosco busca formar "honrados ciudadanos y buenos cristianos. Más tarde, para proseguir la labor iniciada funda la Congregación Salesiana, que se extiende por toda Italia, Francia y España. Entre sus jóvenes Don Bosco encontró a los mejores colaboradores y a los primeros salesianos que propagarán su obra por todo el mundo. Amplió el horizonte y envió a sus salesianos a Latinoamérica.

Don Bosco es el educador de los tiempos modernos: se hace escritor y editor, predica, confiesa, orienta la labor pedagógica con el Sistema Preventivo, propaga la devoción a María Auxiliadora, publica libros de ciencia y religión... y se muestra siempre cercano y amigo de los muchachos.

Amplió su obra educativa integrando en ella a los seglares, a quienes orientó en su misión apostólica a través de los Cooperadores Salesianos. Don Bosco murió el 31 de enero de 1888. El médico que le atendió afirmó que su organismo estaba "gastado como un traje". Todos los minutos de su vida habían estado dedicados a los jóvenes. Con motivo del centenario de su muerte, Juan Pablo II le declaró: Padre y Maestro de la juventud".

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